lunes, 22 de junio de 2009

CAPÍTULO ESPECIAL: "NOVENO CUMPLETAKOS" - Dedicado a los incondicionales de Kakuki. Kakuki os quiere -

Antes de seguir con el EPIBLASODIO 4: "CANIQUERO ROMPEBOLAS" - Segunda Parte -, dedico un capítulo especial a todos los seguidores incondicionales de Kakukis Of The World, por la calurosa acogida y el apoyo ofrecido al blog (sea cierto o no, of course). Hago especial hincapié en esas personas que incluso han inundado de significado este espacio, a priori tan "personal", pero que da gusto seguir compartiendo con ellos. Son otra subespecie de Kakuki, porque han demostrado sentirse dentro de este extraño y divertido mundo, haciendo de las suyas... Sabéis quienes sois, hijos de la gran puta!!!!

Recuerdos especiales también para un Kakuki en la lejanía, pero siempre dentro de mi musculoso y sano corazón. Apretones y retortijones desde Güerva York con Queso hasta Bochum, ciudad alemano-prusiana perteneciente al reino de Navacerrada Goikoñorea, que tiene su etimología en la palabra hispano-kakukera "Bochinno" o también "Boquino": dícese o no se diga, del boquino o labio femenino singular susceptible de ser lambuceado y/o /u, para/ por/ sobre/ bajo, relambiado hasta la saciedad. Bonita ciudad, seguro... Hail!!!!
_____________________________________________________

En el verano del 89, Kakuki iba a celebrar su 9º (no ve, no, osea, que está cegato perdío, y punto) cumpletakos. Él no quería, más allá de la piara de regalos que esperaba...

Kakuki, por aquella época, era, en muchas ocasiones, un ser tímido, aunque pudiera parecer lo contrario a simple vista. No era muy dado a recibir sorpresas, ni regalos, sobre todo si no eran económicos o sexuales, así que aquel 22 de Junio del 89 se levantó de la cama, celebrando, además de su cumpletakos, el primer día de vacaciones tras el mierdoso curso de 3º de E.G.B. en el que se encontraba inmerso. Si no recuerdo mal, Kakuki aquel año consiguió varios notables, mayoría de "P.A." (el progresa adecuadamente que en nuestros días se ha extinguido, gracias al bochornoso nivel comportamental de los no Kakukis de menos de 15 años) y lo menos 8 ó 9 "+".
Todo un provecho social de la época del Karma Chamaleon de Boy George y poco antes del "Otro Día Más" o "Just Another Day" de John Secagaenlosmuertotupadre, también conocido popularmente como John Secada (que seguro que ahora sí que Secaga...).

Tras el desayuno, que consistió en 7 ó 8 rebanadas de pan bimbo tostadas con nocilla, Kakuki ve y saluda a su familia, padres y hermanas, que le felicitan acaloradamente. Exceptuando un pequeño órgano Casio modelo "daleacualquierteclaquesaldráunamelodíaypareceráeinclusocreerásquesabestocarelpuñeteroartilugio" y algo de dinero, Kakuki, desgraciadamente, no tuvo ni muestras de aquel único regalo que él esperaba. La muñeca hinchable de 4 orificios tendría que esperar unos años más...

Kakuki empezó a planear mentalmente cómo debía ser ese día. El día de su cumpleaños, claramente, tenía que ser suyo, superar todas sus expectativas, que no eran muchas, ciertamente. Hacía demasiado calor para jugar a las bolas..., el centro de actividades tromperas estaba inundado del asqueroso calor propio del calor veraniego que arrasaba año tras año Little Island, la gran mayoría de los amiguetes del gran Kakuki estaban de veraneo, y era complicado jugar un buen partido de fútbol y partir algunas piernacas y, además, la soledad diaria hacía difícil poder salir a trincar algún que otro chochete bajo la parada del autobús. Con este panorama el día del cumpleaños de Kakuki se antojaba aburrido y más que largo...

Lo que no sabía Kakuki era lo que le quedaba por descubrir...


Tras el almuerzo, Kakuki salió a la plazoleta con algo de dinerillo, unos 10 duros (aaaayyyy....qué gustazo da escribir esas palabras...), para comprarse algunas gomitas (con total seguridad, entre ellas se encontraban: un "Fresquito", "Aspito" y, por supuestísimo, un "Peta Zeta"). Tranquilamente se dirigió al kiosko negro de la plaza, mítico por sus amplios ventanales en los que se podían visionar algunas revistillas guarras, en primer plano un Interviú... algo que Kakuki hacía sin ningún tipo de pudor ni verguenza. Estaba haciéndose mayor, ya con 9 años recién cumplidos, su mente estaba enferma casi por completo.

Pues bien, mientras Kakuki visionaba una de esas revistillas, pasó por El Mojonero una guapita nena, que a Kakuki no le sonaba de nada. Se quedó un poco pasmado mirándola (expresión que no costaba ningún esfuerzo mostrar a Kakuki) hasta que la nena se fue perdiendo tras una esquina. ¿Tenía Kakuki algo mejor que hacer que correr tras ella y seguir observándola? Probablemente sí, pero en aquella época el reciclaje y la concienciación medioambiental estaban aún guardadas en los ortos de la raza humana, así que tiró todos los papelazos de las chucherías al suelo, y salió jopo de allí para no perder de vista a la fémina que le había encandilado segundos antes.

Tras un carrerón sudoroso, en el que Kakuki demostró sus habilidades velocísticas, pudo doblar la esquina, no literalmente, aunque era un tío fuerte; y seguir viendo la espalda de la chica. Repentinamente, la chica se paró y se sentó en un banco cercano a la propia casa de Kakuki. Desde allí no podía verle el rostro, así que se quedó parado en la esquina, con cierto descaro, pero resguardado de toda evidencia, metiendo su lengua en el paquete de Peta Zeta, sintiendo las pequeñas y gustirrininas explosiones dentro de su boca, mientras se deleitaba con la visión de la chica. Parte esta del capítulo que podría estar firmada por Almodóvar o incluso ilustrada por Milo Manara. Guarretes que sois, y hay que daros vuestra racioncilla pincantona.....ehhhh.

Kakuki permaneció allí un instante más, hasta que, repentinamente, aparecieron dos colegas. Rafa "El Momia" y su primo, Fernando, conocido también como Nando... algo inimaginable, si no os lo describo yo aquí...
Bien, pues este encuentro, hizo que Kakuki pusiera a funcionar su privilegiada y peligrosamente creativa mente, en pos de conseguir acercarse galantemente a la chica que aún estaba en el banco. Kakuki se limpió la boca de la rojiza glucosa desprendida por la cantidad de chucherías que había estado ingiriendo en su catatónica espera y convenció a sus colegas para ir más allá y llevar a cabo alguna acción que hiciera que la nena se fijara en él.
Mientras iba acercándose, vislumbró lo que a él le pareció una botella de detergente o algo parecido en el suelo y, rápidamente, inventó algo que hacer para llamar la atención de la estupenda chica. Comentó, mientras seguían andando, que uno de los otros dos, Rafa "El Momia" o Fernando Nando saltara sobre la botella habiendo antes desenroscado un poco el tapón, para que éste saliera disparado en dirección a Kakuki y éste, al unísono, se dispusiera de forma que pudiera aplicarle, estilosamente, una patada futbolera al dichoso tapón, y así sorprender a la chica sentada en el banco.

Milimétricamente pensado en décimas de segundos, el complicado ejercicio que Kakuki se disponía a ejecutar, podía dejar en evidencia la grandeza humana de este único ser, resultado inevitable para conmocionar y atrapar emocionalmente a cualquier fémina que él quisiera, y con la oportunidad de hacerlo con la nena que le gustó, plantada y sentada allí mismo, en primera fila, para visionar tal acción.

Kakuki no podía fallar, así que, cuando Fernando Nando saltó violentamente sobre la botella y Kakuki, el Gran Kakuki, se disponía ya a realizar el movimiento de pierna "giratorio con rotación clavicular extrínseca y reborboteada de ligamentosos tirabuzones músculo-fibrales aderezados con voleteos reumatoides" con el que pretendía conseguir golpear el tapón, salió de la botella una inesperada cantidad de líquido, que fue directo y por completo a la cara de Kakuki, empapando su rostro y cabellera de... descubierto instantes depués...¡¡¡¡¡¡LEJÍA!!!!!!

El increíble patetismo de la situación, hizo que el pobre Kakuki, desde el mismísimo instante en el que sintió el caliente y abrasivo líquido en su careto, perdiera de vista, literalmente, a la chica en el banco y a todo lo que le rodeaba, entrando en una espiral de ceguera que le acojonó tanto que no hacía más que gritar: ¡¡¡NO SOY ESTIVI GUONDER, NO SOY ESTIVI GUONDER!!!...por si acaso...

Inevitablemente, nadie salvó a Kakuki de pasar 8 horas en Urgencias el día de su 9º cumpleaños, durante las cuales el padre de Kakuki no se cansó de darle patadas en el moji y repetirle a grito pelado: ¡¡¡¡¡ERE MÁS TONTO QUE OJÚ QUE TONTO ERE HIJOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!
_____________________________________________________
Con todo mi cariño, para vosotros. No olvidemos al otro Kakuki, aka El Lópe, figura indispensable y espiritualmente creadora de Kakukis of The World.

jueves, 9 de abril de 2009

EPIBLASODIO 4: "CANIQUERO ROMPEBOLAS" - Primera Parte -

Cuando se iban acercando los dias de verano, Kakuki deseaba ansioso sacar su bote de Cola Cao lleno de bolas y elegir su "buitre" (palabra que formaba parte de la nomenclatura caniquera usada por los chavalitos de la época en Little Island, para referirse a esa canica - florete, china, media, etc. - con la que solían protagonizar las partidas más sobresalientes, es decir, romper bolas como piñones con yunques; claro homenaje al gran Emilio Butragueño).
Para no andarnos con rodeos, decir que Kakuki era un puto CRACK the Skye jugando a las bolas. Aún se recuerda por estos lares aquel florete amarillo, más picao que los dientes del Garrocho, con el que logró ganar tantas y tantas partidas..., el "buitre" de Kakuki, "bolindre carnicero en albero con rasgaduras violeteras marroneando el fluorestato interno lefaticodermatóico".
En las tardes veraniegas más calurosas, Kakuki esperaba impaciente en la ventana de su habitación a que apareciera el primer valiente del día para pasar el calor más inhumano en una plazoleta de albero, incrustar las rodillas en la seca y caliente superficie, esquivar mierdas de perro secas y no tan secas, resfregarse las manos por la cara para secar el sudor, meterse mano en la napia para sacar esos resecosos moquetes amarillentos del polvo, y ganar unas cuantas de "chinas" y "medias" (hoy en dia, esto son nombres de drogas...como ha cambiado la cosa...).
En cuanto aparecía el primer alma, Kakuki no tardaba en tomar carrera y coger su bolsita de tela y llenarla de canicas, cual hobbit guardando pan de lembas. Más de una vez hacía esto con tanta rapidez que se metía cada jardazo por las escaleras que le faltaba el chocho de una mosca para bajar desde el 6º sin pisar un sólo escalón... (claro...cogía el ascensor, ¡¡¡SO MONGOLOS!!!).
Por fín en la plazoleta denominada, no sin razón, EL MOJONERO, Kakuki, nada más llegar, echaba una mirada panorámica sobre la situación y sus personajes, absorbiendo los puntos fuertes de la escena, como RUBIO (Clint Eastwood, ya conocido por todos en las historias de Kakuki...) antes de hacerse con su botín en El Bueno, El Feo y El Malo. Objetivo: buscar, encontrar y destruir (searching, ...seek and destroy!!! Yeahhhhhh!!!) a la presa más débil, gracias a la cual hacerse con un buen puñado de bolas. A veces era fácil, pues andaban pululando por EL MOJONERO los típicos personajes que ni siquiera eran capaces de sacar la bola del hoyo, pero la mayoría de las veces sólo se les podía pimplar un par de "chinas", hasta que se percataban de que pisaban terreno peligroso.
Kakuki seguía buscando delicadas víctimas "caniqueras" con las que rellenar de bolas botes de EKO, hasta que... sobreestimó su control de la situación.
Apareció en Little Island un chaval desconocido. De constitución gruesa (y española, por supuesto), osea gordo, pelo ondulado, altura media y pinta de camionero (para tener 10 ó 11 años, una cosa fea de cojones). Se hacía llamar el "TRAEPACÁLABOLAQUELAPARTOENDOSANTESDEQUETUMADRETELLAMEPAMERENDÁ", pero al parecer se llamaba Manolo el del Bolo...un tío simpático, la verdad.
Manolo preguntó a Kakuki por jugar una partidita, y éste aceptó sin pestañear (como ya imaginábamos...) y sin saber con quién se la jugaba. Y mucho peor, más chulo que un mojón de goma, porque pensaba que sería eaten bread (pan comido, para los de la ESO).
Kakuki se agacha para empezar la partida, cuando le toca a Manolo el del Bolo, en 0,2 (cerocomados) se vió un movimiento de dedos apoteósico, con el que Manolo dió un inverosímil efecto a su bola, la cual orbitó centelleantemente por el aire hasta llegar contundentemente al "buitre" de Kakuki, su florete amarillo, convertido en milésimas de segundo en dos piezas, sin ningún tipo de piedad ni concesión. Todo fue muy rápido, resumido en: "¡¡¡ffffun, ssssssshhhhhhhpiunnnn, putttshhhh tickischh!!!...¡¡¡KAKUKI A MERENDÁ YA!!!
Kakuki mirando a su ventana, viendo a su madre llamarlo para merendar, tras el episodio vivido de forma tan intensa segundos antes, hizo que Kakuki se quedara con una cara imbécil y de pasmosidad sólo comparable a la que pondría Labordeta visionando una escena de coprofagia entre Barak (el Bárbaro...) Obama y Santiago Carrillo (O James Little Cart según algunos entendidos...).
Simpático aquel Manolo el del Bolo, cosa que no evitó que Kakuki se cagara por dentro en sus muertos y en su gran putísima madre.
Alguien mejor que Kakuki llegó a Little Island para arrasar con las bolas del lugar, por lo que ramplar esos preciados objetos de vidrio esféricos iba a convertirse en algo más complicado desde entonces.
Kakuki debía buscar una solución...

jueves, 8 de enero de 2009

EPIBLASODIO 3: "PRIMERAS KAKUFECHORÍAS" - Segunda Parte: El Desenlace -

Aquel mazapán descolocó por completo a Kakuki, quien sólo deseaba pasar una apacible tarde al lado de su amigo y su increíble máquina de deseos.
Mientras el padre de Kakuki del Sur lo miraba y le hablaba, Kakuki sólo podía pensar: "¿porqué la vida me trata así?". Vosotros pensaréis...y ¿todo este sentimiento por un simple mazapán? Y yo os digo, cambiadle la metadona a un yonki por un mazapán, haber que cara pone, cojones. No era fácil para Kakuki tener que asimilar que debía comerse el mazapán, pues el padre de Kakuki del Sur no iba a dejarlo hasta que no lo viera tragar y masticar.
Poco a poco, pues no era la primera vez que le sucedía esto, Kakuki ya había ido desarrollando varias técnicas "volátiles e inusitadas sobre la regurguitación de elementos maleables rellenos de ladillas edulcoradas al baño maría", gracias a las cuales le era más o menos fácil engañar en la digestión de los mazapanes. De todos modos, para Kakuki ya era todo un infierno sólo mantener dentro de su boca semejante asquerosidad pastelera, por lo que cada segundo maldecía a cada una de las putas monjas que habrían depositado sus odiosas blancas manos en la elaboración de dichos pastelitos de mierda (Amén...).
Sentado en el sofá, mientras Kakuki del Sur cargaba el Kung-Fu Master en el AMSTRAD (esto irá en mayúsculas, pues era algo así como el Dios del mundo Kakukero), y escuchando los piropos que el padre de éste disparaba una y otra vez hacia los puñeteros mazapanes, Kakuki intentaba mantener la concentración, y, con parsimonia, ir haciendo una masa plana con el mazapán, la cual pudiera llegar a depositar en el cielo de su boca, hacer parecer que ha sido ingerida por completo y soltar en cualquier jodida esquina de la casa de Kakuki del Sur.
Una vez conseguida tal proeza, Kakuki esperaba ansiosamente que su amigo diera un grito de salvación y dijera: "¡¡KAKUKI, AMONO CON ARTE A CARGARNOS A CHINOS ENER KUN MASTEEEEEEEEEEEEE, EEHHH KAKUKIIIIIIIIIIIII!! Sólo así sabía que podía abandonar la inquietante y terrorífica situación de estar allí sentado con esa masa de huevos de los cojones en la boca. Y así fue...Kakuki del Sur dio ese gran grito de ayuda, y Kakuki salió disparado como la flecha de una ballesta hacia el cuarto de su amigo, mientras el padre seguía allí en el sofá habriendo y comiendo esos diabólicos dulcecitos...
En cuanto Kakuki se sentaba frente al AMSTRAD de su amigo, lo primero que esperaba era el momento de soltar la pastosa y dulcemente mierdosa masa de pan (jajajaja, masa de pan...mazapán...es buenísimo...) en el primer lugar de la habitación. Así, él sabía que Kakuki del Sur no tardaría en ir a la cocina a por algo de comer, pues no recordaba una sola partida al Kung-Fu Master donde Kakuki del Sur no estuviera masticando algo de chacina de la buena. Ese momento llegó pronto, así que Kakuki no tardó en sacarse el mazapán de la boca, primero respirar la mismísima puta y pura vida, y luego pegar la pasta justo debajo de la silla en la que estaba sentado, y así avanzar poco a poco en su objetivo de disolver y esparcir por todo el territorio de Kakuki del Sur ese maldito elemento de pastelería.
La partida empezó y se prolongó hasta largas horas de la tarde (osea, con esa edad de mierda...sobre las 18 o 19 horas...) y Kakuki consiguió deshacerse por completo de la influencia gastronómica del puto mazapán, maldiciendo interiormente al pastelito una y otra vez, aunque con la apacible sensación de haber logrado, una vez más, actuar como un auténtico Kakuki, como sólo él y muy pocos más son capaces de hacer las cosas...
Mazapán bajo la silla, detrás del cabecero de la cama de Kakuki del Sur, en el WC de Kakuki del Sur, con su posterior meada sobre los restos de éste, y mazapán también en el cajón de los braslis (ahora habría que decir calzoncillos y/o/u mariconadas como boxer...pero antes eran braslis, y punto) del gran Kakuki del Sur.
Ah...por fin se sintió liberado de tal mierda navideña, marchando a casa deseando cepillarse los dientes, pero con la sensación de haber librado y ganado una ardua batalla.

sábado, 3 de enero de 2009

EPIBLASODIO 3: "PRIMERAS KAKUFECHORIAS" - Primera Parte -

Que el gran Kakuki era todo un personaje quedaba fuera de toda sospecha, y que el mundo que iba forjando esa personalidad tan única era también muy singular, no admitía duda alguna.
Sin recordar exactamente el momento concreto, algún día de verano, Kakuki decidió dar un vuelco a su vida. Y se cayó.
FIN.
Jajajajaja...que no, que es broma. Una de esas fantásticas bromas mías...

Bueno, como iba diciendo, Kakuki se paró a pensar un día, que su vida tenía que ser diferente a la de cualquier otra persona. Algo único en el mundo, pues él se veía como alguien especial, sin egos ni conductas narcisistas. Kakuki se sentía un icono (algo así como un iphone o ipod, pero en vez de en plan móvil, pues en plan helado de vainilla y chocolate y galleta) dentro de la sociedad en la que ocupaba un lugar. Él pensaba que no podía tener la vida de cualquier personaje que rondaba Little Island. Tenía que ser diferente...así que...aunque no lo entendáis...Kakuki, armándose de valor, inició su personal búsqueda del autoconociemiento plantándose frente al espejo del baño de su casa y diciéndose a sí mismo: "vaya tío guapo y gueno, pero gueno, que estás hecho" (todo esto mirándose la alcaparra que, a esa edad, le colgaba entre las piernas). A partir de ese instante, comenzó su aventura de enfrentarse al mundo y a todas las situaciones singulares que le esperaban, de forma única, como sólo un Kakuki podría hacer.
Como muchas tardes, Kakuki, tras un consistente almuerzo casero, se disponía a marchar a casa de su gran amigo y vecino, el Kakuki del Sur.
Habían llegado las fechas navideñas y, cuando lo que más deseaba Kakuki era patear culos y caras jugando al Street Of Rage (en aquella época la pronunciación era, literalmente, "Estrí o Rraje", con dos "erre"), siempre se acordaba de la posibilidad de que el padre del gran Kakuki del Sur se encontrara en casa. ¿Porqué esta preocupación? Bien...seré claro, conciso y breve. El padre de Kakuki del Sur amaba los mazapanes, Kakuki los odiaba...y el padre de Kakuki del Sur obligaba a Kakuki a comerlos.
Piensen en ello un sólo instante: si te gustan los mazapanes, perfecto, pero si los aborreces...que te obliguen a comerlos es una verdadera y asquerosa putada realmente "fastidiante modulada hacia el intrínseco estado desesperante de los mofletes putrefactos contra el citoplasma ocular menor".
Por todo esto, Kakuki llegaba a la puerta de la casa de su amigo casi sin hacer ruido, llamaba al timbre esperando que fuera el propio Kakuki del Sur quien abriera la puerta y así pasar rápidamente al cuarto de Kakuki del Sur y empezar a maltratar el "yostic" y la barra espaciadora del teclado del AMSTRAD. Esto hubiera sido rozar la perfección de una tarde navideña, pero amigos, la realidad fue otra muy dis-tinta china.
Todo ocurrió de forma tan rápida y brusca...como en "Cerdos y Diamantes" (Snatch para los frikis). Kakuki casi no pudo reaccionar cuando sin darse cuenta ya tenía ese asquerosamente dulce y empalagoso mazapán en la boca, y al padre del gran Kakuki del Sur gritándole al oído: ¡¡HOMBRE, MIRA QUIEN ESTÁ AQUÍ, COMETE UNO DE ESTOS...VERÁS QUÉ COSA MÁS RICA,...MUERDE LA CARNÁ QUILLOOOO!!
Imaginaos el resto de la tarde que pasó el pobre Kakuki...
(continuará...osea, "tu ví continúe", pa los inmingrantes que hablen inglés).

martes, 16 de diciembre de 2008

EPIBLASODIO 2: EL ENTORNO KAKUKERO

Tras la breve pero intensa presentación del héroe callejero por excelencia, proseguiremos dando algunos detalles, escabrosos la mayoría de ellos, sobre todo lo que rodeaba el cuerpo, alma, aura y "lombrices culeras" del gran Kakuki.

El hogar de Kakuki conformaba una de las partes más importantes para que este singular (y masculino) ser pudiera ir configurando su particular forma de ser, estar y parecer (que son los verbos "follables", no? o copulativos, creo...). En su hogar, el gran Kakuki, se encontraba como en casa. Sí, si...que no suene exagerado, porque era así. Allí, Kakuki era libre, podía pasearse por el pasillo, pistola de "mistos" (que palabra más jodidamente chula, ya extinguida) en mano, gorra de marinero, gafas de sol estilo "Marion Cobretti" (Rayban y todo...), cazadora 7 tallas más grande; emulando a ese gran "Joe", "Michael", "Harry" y/o/u "James" que todos los hombres llevamos dentro y llevaremos de por vida, después de ver nuestra primera película del gran Clint Eastwood (NO TRADUCIR SU NOMBRE AL CASTELLANO, POR FAVOR) o "Clemente Bosque del Este", traducido al castellano (JODER MACHO, NO SE PARA QUE DIGO NADA, COMO LOS NIÑOS CHICOS, MIENTRAS MAS SE DIGA, PEOR). Pues bien, así Kakuki se iba sintiendo ya alguien especial, ya que con esa imponente y apabullante imagen pensaba que muy poquita gente podría hacerle sombra en "Little Island".

Teniendo en cuenta que aún no había acabado de hacer todos los números de MICHO, no se había hecho su primer ruizgallardón (hé aquí un dato ficticio, pues hay docu-mentos, y no de menta sino de sabores, que dejan claro que ya se tocaba con asiduidad - ndr-), no tocar su primera tetilla (excluiremos barbies, nenucos, candys o kens, pues también hay docuementos que evidencian que Kakuki no sólo tocaba los pezoncetes a éstos, sino que además los lambuceaba), y no haber bebido su primera copichuela bien cargadita ( de zumo de cebada estaba ya más que harto...); no sólo él, sino todos nosotros estamos seguros de que poca gente podría haberle plantado sombra a semejante individuo.

Ni sombra, ni arrimársele, ni acercársele, ni rozarle..., ahora, darle dos pataditas en los bemoles, era evidente que algún dia pasaría. Y sí que pasó...

La mañana del 13 de agosto de 1987, con 36ºC a la sombra de ojos, 77% de humedad, "u no me dá", y con la plaza principal del barrio abarrotada, el máximo peligro de ésta se encaró al gran Kakuki, retándole a ver quién era capaz de romperle el trompo al otro, sin poder hacer uso de trucos sucios, como ponerle una chincheta arriba al trompo, maña (es decir, originaria de Zaragoza) más que inteligente para evitar que la PÚA ajena rompiera tu trompo (pongo "púa" en mayúsculas y negrita porque en 1987 decir esta palabra podía suponer uno de los 3 grandes y mejores momentos de los calurosos dias veraniegos, incluso por encima de comerse un flan Kelia [me niego a decir polo flash] de 3 duros, de coca - cola, y hacerse esas maravillosas boqueras que a las niñas de hoy en día les salen sin comer flanes ni pollas...bueno de eso puede que sí; y por encima también, de bajar con 20 duros a la plaza, comprar chucherías a mansalva, salir corriendo donde están todos los colegas y gritar, con la campanilla más caliente que las ruedas del carro de un cartero chino (o las del carro del mismísimo Lópe...[aka Kakuki del Sur, y en todos lados Vicente el de la polla en la frente debajo del puente de continente jugando al tente]: ¡¡NO VALE PAVIA!!

Kakuki no era de esos que se achantaban a las primeras de cambio, ni hacía trampas (que se sepa hasta el dia de hoy...), así que muy educadamente, aceptó, enrolló la cuerda en su tremendo pijot...digo, ...trompo (coloreado con témperas) y, sin pestañear ni esperar su turno, lanzó la peonza con tal fuerza bruta, que destrozó por completo la pieza de madera esférica (es para no redundar...) del chulo del barrio, que tenia 25 años, llegándole uno de los trozos de aquella mítica y rompedora (¡qué irónico, ja!) "peonza pelotillera recalcada con ramilletes membranosos y cuánticamente superfluos con tonadillada croquetera" a golpearle en su ojo izquierdo. De ahí que el gran chulo se pasara a apodar EL TUERTONTO DEL TROMPO, y no ya TIRACHAPAS MORTÍFERO, como se hacía llamar antes...y de ahí también, que el gran Kakuki se llevara una descomunal patada en los cojones. Qué menos...

viernes, 12 de diciembre de 2008

EPIBLASODIO 1: KAKUKI NO NACE, SE HACE.

Corría el año 1987, cuando el gran "Kakuki" aún era un simple proyecto de "ser omnipresente protéico con ectomatocitos endoplasmáticos taquigrafiados vía láctea". ¿Qué quiere decir esto? Pues eso, KAKUKI.

Todos los astros se pusieron de acuerdo para alumbrar la gran sabiduría que ese ser, de tan sólo 7 años, desprendía en cada uno de sus movimientos. Una inteligencia innata, natural, y al mismo tiempo, divina, ¡qué digo divina!...¡¡divina de la muerte!! Una inteligencia, un saber, ...que le hacía poder beber el caldito de los yogures sin pestañear ni encoger las mejillas una sola vez.
Algo realmente sublime, si tenemos en cuenta que era 1987, verano, y se habían acabado las caracolas blancas de chocolate.

Kakuki era un chico un poco escuálido, pero del Athletic Club de Bilbado. Blanquito de piel, sentado también, si no daba sombra. Kakuki miraba a la gente a la cara, de frente, a veces demasiado, hecho por el cual se llevó alguna vez más de una hostia bien dada.

Su gran amigo, el Kakuki del Sur, siempre andaba con él. Era 5 años mayor que él. Tenia gafas y una increíble máquina de deseos (esto no acaba de sonarme bien...)...algo retardados, pero deseos, al fin y al cabo. Si Kakuki se aburría y deseaba jugar al "Kung - Fu Master" (casi na...), aquella gran máquina yanqui se lo ofrecía. Se llamaba AMSTRAD, y muy poca gente sabía de su existencia (que aún perdura), pues Kakuki y Kakuki del Sur guardaban aquel preciado tesoro "ambivalente flambeado con reciprocidad cero en adelante" de manera enfervorizada. Sabían lo que valía,... y lo que tardaba en mostrarte toda la pantalla para poder ver el juego que cargaba. Una maravilla tecnológica de la naturaleza americana, más del centro de Arizona zona.

Todo esto comenzó a ocurrir en Little Island, un condado pepino onubense, más conocido como "Little Island County", y Kakuki se disponía a ser el Amo del lugar. No tenía patinete, pero se las arreglaría...

Pensaréis que todo esto es demasiado. Que no puede ser. Que es una farsa y debo estar soñando, mintiendo, o, al menos, inventando cosas, datos, nombres, apellidos, calles, teléfonos, y/o/u códigos postales..., que todo esto no es más que la mezcla de un bajo porcentaje de realidad con una mayoría de ficción barata, que ese tal Kakuki ni tenía 7 años ni nada, ni jugaba al Kung - Fu Master...bla, bla, bla. Pues señores y señoras, he de deciros que lo habíes clavao, cojones.

Pero sigamos, sin más dilaciones de calamales.

Kakuki, como habréis podido comprobar (¿?) era la hostia de guapo. Y digo era porque: ¡¡YO NO ERO, ERO UHTEDE!!. Flaqueaba peligrosamente cuando se cruzaba con alguien más guapo que él. Por ese hecho, estuvo algunos meses, parte del verano y parte del azul, compartiendo experiencias "sexuales" con un conocido de un amigo suyo (esto tampoco acaba de sonar bien), apodado "El Metemanosenlasinglesdelastiasdeentre25y40añosaproximadamente", o..., bueno, así optó por llamarle Kakuki, pues su verdaero nombre, sin apodos ni mierdas, era Eustaquio Tolomeo de la Ribera Oñate - Barbadillo de las Heras Tomelloso Bigote - Salmerón de Dios Carrasquillo Rebollo; y parecía mucha tela para decir cuando preguntara por él por teléfono (1987, no había móviles) o por el portero automático (o "fonoporta", como más adelante iba a descubrir Kakuki que se le denominaba también).

Con este compañero de andanzas salidas de tono, Kakuki se dedicaba, entre 17:00 y 21:00 horas a coger "chochetes" y "culetes" a cualquier ser vivo con un mínimo de atracción femenina que se paseara por la parada de autobús de abajo de su casa, que no fuera, claro está, ni su madre, hermana, abuela, tía, sobrina, prima...; quitando las 5 últimas, que sí valían.

Kakuki era así desde pequeño, un ser natural, fresco, espontáneo, agradeibol, de 1'51 metros, con granos en los granos, canijo, con moquetes secos, empostillados y sanguinolientos..., todo un encanto callejero. Kakuki era, era especial, educativamente hablando.